Los que ya nos hemos convencido de que hay una correlación entre lo que en el cielo ocurre y lo que acontece en La Tierra tenemos un problema. Todavía sin resolver como cuando se pensaba que la Tierra era plana, y en cambio tenían la evidencia de poder llegar al mismo continente por dos caminos opuestos.
Muchas veces nos preguntamos el por qué de todo. ¿Qué mecanismos hacen que los planetas influyan en nosotros y nuestro Mundo? ¿Qué tipo de energía proveniente de los astros es capaz de impactar en nuestro presente, pasado y futuro?
Tenemos la sensación de que no hay actualmente en la ciencia mundana una explicación física que pueda darnos respuestas.
Si cogemos como referencia cualquier planeta de nuestro Sistema Solar, y pensamos cómo puede estar influyéndonos, nos surge un gran dilema. La mayoría de los científicos acordes al pensamiento hegemónico lo tienen fácil a la hora de resolver el problema: “Los planetas no influyen” y ya está. Pero nosotros no nos conformamos con esta forma fácil de resolver el problema. Sabemos que es una solución incorrecta.
Lo que sí parece ser correcto, es que las fuerzas que aparentemente y según la ciencia actual, actúan en el mundo que conocemos como la gravedad, el electromagnetismo, fuerza nuclear fuerte, fuerza nuclear débil… no pueden explicar la correlación que nosotros vemos entre los astros y nuestro Mundo.
Pero quizás no estemos mirando con los ojos adecuados, quizás la explicación no se encuentre en ninguna de las fuerzas que actualmente se pueden medir en un laboratorio.
En cambio sí que podemos tener esperanza en una “futura ciencia” que llegue para brillar. Sin ir más lejos, los últimos descubrimientos en Física Cuántica, que todavía hoy como sociedad no acabamos de asimilar, nos están señalando con el dedo una dirección en la que parece verse una rendija de luz.
La dualidad onda-partícula, la evidencia de Las Ondas Gravitacionales o el Entrelazamiento Cuántico, nos están sugiriendo que la unión que tenemos con estos objetos lejanos puede ser más fuerte de lo que a priori nos pueda parecer.
Todas estas teorías y nuevo paradigma, parecen estar indicando que el Universo en el que vivimos, y del cual formamos parte, funciona como un mar. Nosotros somos parte del Universo, o lo que es lo mismo, nosotros somos Universo. Todo lo que en él se encuentra está unido aunque esté aparentemente muy lejano.
Una misma energía envuelve todo, o quizás partes del universo generando corrientes que se van moviendo.
Podemos utilizar el símil de la Teoría del Color: Según la cual, la luz blanca
contiene en sí misma todos los colores, y éstos se manifiestan en el arco iris, cuando la frecuencia es dividida con un prisma.
Los colores que nos rodean y que podemos apreciar con nuestros ojos, se producen cuando un objeto es impactado por una luz blanca, y ésta absorbe la mayoría de longitudes de onda y refleja una de ellas. Entonces decimos este objeto es verde”. De alguna forma su superficie está acorde con la frecuencia de ese color.
No es que el objeto en sí sea el causante, “el creador” de ese color, el color ya existía antes que el objeto. Lo único que ocurre es que está sintonizado con ese color en concreto y lo refleja.
Es fácil entender de este modo, que cuando vemos en el planeta Júpiter unas características arquetípicas, no es que este planeta sea el autor de este fenómeno, sino que siendo un “objeto” sintonizado en esta frecuencia, la refleja, la manifiesta ante nuestros sentidos.
De la misma forma, cada planeta hace lo mismo con una frecuencia determinada, quizás acorde a su naturaleza. Y no son los planetas los únicos que se comportan así, sino que también lo hace cualquier “objeto” o “ser” del Universo. Nosotros los Seres Humanos también tenemos una sintonía propia, aunque claro está, muchísimo menos masiva y potente que la de un Planeta.
Siendo esto así, no deberíamos de considerar a los planetas, estrellas u otros astros como meros emisores de energía, que también lo son. Sino mayormente como receptores, que reaccionan a estas energías presentes en el “Mar del Universo”.
Puede que existan planetas muy lejanos que tengan la misma o parecida sintonía que nuestro planeta Júpiter. Puede también que haya un planeta con unas características similares a las de Urano y Venus juntos, mezcladas en uno solo. Ya que las frecuencias no actúan de forma escalonada, no tienen una línea abrupta que las separe.
Si pudiéramos observar estos hipotéticos lejanos planetas seguramente encontraríamos patrones que también tengan correlación con los acontecimientos de la vida en nuestro planeta. Tal y como podemos verlos en los planetas de nuestro Sistema Solar, a pesar de estar tan lejanos que ni siquiera pudiéramos imaginar que tengan algo que ver con nosotros.
Los movimientos de los planetas, los ciclos que generan entre sí y su posición en los determinados Signos del Zodiaco. Serían según esta teoría, una colección de objetos que reaccionan cada uno de ellos y también de forma colectiva entre sí, a las fuerzas universales. Simplemente, nos dan pistas del ambiente que en cada momento está funcionando.
Esto podría explicar por qué astros como la Luna y el Sol, no parecen tener una influencia acorde a su cercanía. Por proximidad, esta supuesta influencia, debería de ser mucho mayor, y prácticamente eclipsar a todos los demás planetas. Ya que planetas como Urano, Neptuno o Putón, se encuentran a distancias astronómicas. Pero a pesar de encontrarse muchísimo más lejanos a nosotros parecen "influirnos" de una forma tan determinante y acorde a sus características arquetípicas como lo hacen la Luna y el Sol.
Los astros, son un indicativo como lo es una veleta que marca la dirección del viento, o como un reloj que nos indica el paso del tiempo. No son por tanto, los causantes de los acontecimientos, sino actores que reaccionan a una causa mayor en la que nos encontramos inmersos.
“Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba”.
Porque el Mar tanto afecta a los grandes peces como a las estrellas de mar o a los microorganismos que en él se encuentran.